martes, 8 de diciembre de 2015

La mejor medicina


Yo no sabré muchas cosas, pero si algo he aprendido es que dormir bien, levantarse sin prisas y pasear bajo los árboles es la mejor medicina cuando una se siente un poco fuera de su centro.










Estuvimos en un bosquecito que hay no muy lejos de aquí, donde se puede escuchar al arrendajo -uno de mis pájaros preferidos- graznando entre los árboles y ver a los carboneros garrapinos saltando de rama en rama. Mientras exploraba los alrededores me entretuve en recoger tomillo para preparar sopa y coscoja y pino para la decoración invernal de La Casita Marrón. Tenía ganas de hacer una corona de ramas de pino y creo que no ha quedado mal del todo; la base es el asa de madera de un bolso que me dio mi amiga Eva para desmontar, y he usado un cordón dorado para mantener las ramas en su sitio. Ahora me debato entre dejarla así o añadirle más detalles.



Por cierto, ¿habéis probado la infusión de agujas de pino? Al parecer tiene mucha más vitamina C que la naranja. Yo la probé el invierno pasado y está bastante buena.


Espero que hayáis pasado un buen puente, ¡vamos a por el miércoles con energías renovadas!

sábado, 5 de diciembre de 2015

La Casa de los Ratones


Cuando Nerea nos recomendó este libro a unas cuantas amigas dio en el centro de la diana con al menos una de nosotras: ya podéis imaginaros quién es. Siempre me han llamado la atención los objetos pequeñitos, las casitas de muñecas y hasta las maquetas de las inmobiliarias con sus diminutos árboles y coches; por eso supe de inmediato que quería conocer cada rincón de La Casa de los Ratones.




La Casa de los Ratones existe en realidad, fuera de las páginas de este libro. Es una creación de tres metros de altura de la artista Karina Schaapman, construida de manera artesanal desde las más de cien habitaciones hasta los ratoncitos cosidos a mano, pasando por los incontables detalles que te sorprenden allá donde mires. En esta pequeña gran casa transcurren las aventuras cotidianas de Sam y Julia, que aunque a primera vista puedan parecer muñecos juraría que cobran vida en cada página.

Actualmente la casa está expuesta en la Biblioteca Central de Ámsterdam y ha inspirado proyectos escolares en varios países; aquí podéis ver algunos ejemplos y tutoriales que seguro que a su vez inspirarán a más de uno a crear su propio universo en miniatura. Me ha gustado mucho saber que Karina Schaapman tenía especial interés en reciclar materiales que fueran fácilmente reconocibles por los niños (tapones de botellas, palitos de helado, bombillas pequeñas); es importante transmitirles que la mayoría de las veces solo tenemos que echar un vistazo a lo que nos rodea para poner en marcha la creatividad.




Por si os ha picado la curiosidad -apuesto a que sí- en España lo edita Blackie Books, una editorial independiente de Barcelona que se mueve, según afirman ellos mismos, por el afán de compartir. "Cuando algo nos gusta tanto, para nosotros compartirlo es una necesidad". Y eso es lo que me ha sucedido a mí, que me ha parecido un libro tan tierno, divertido y lleno de magia que no me cansaré de compartirlo y recomendarlo a grandes y pequeños. 


El encanto de La Casa de los Ratones es contagioso y yo también me he animado a hacer mi propio ratoncito: os presento a Braulio, el buscador de conchas. Quizás debería buscar una cajita de cartón para construirle una cabaña... 





¡Feliz fin de semana largo!